Pero no os voy a contar aquí hoy todas estas rutas estupendas, lo hace mucho mejor LuisMi Domínguez en “Vive la Vía”. Fue, precisamente con este grandísimo comunicador, meses más tarde, cuando empezó esta aventura. Nos fuimos Néstor y yo a unas jornadas sobre vías verdes y en el ya tradicional apartado de “ahora con los recortes qué hacemos”, tanto LuisMI como yo les contábamos a la gente que hay que pasar de usuarios a ciudadanos. Que hay que organizarse. Que no vale sólo disfrutar de los servicios públicos, también hay que asumir su protagonismo. El caso es que tras unas cuantas charlas, algún informe mío, algunas preguntas extrañas, unos meses después, me empecé a sentir un poco mal.
Porque me encontré con algo que ya he sentido otras veces
en mi vida. La extraña inquisición de que “si este no quiere nada, es que
quiere algo”. Esa sospecha tan generalizada en este país de que si alguien aparenta
luchar por el bien común, lo que está es llevándose el gato a su agua. Esa
inquina mitad envidia mitad desdén que tantos proyectos guapos ha truncado en
nuestra historia. Y me sentí ofendido.
Las cosas de la economía ya iban mal. Llevábamos dos años de crisis y de brotes verdes que nunca brotaban. Y decidí que si tanta gente pensaba que yo buscaba lucrarme, pues me iba a poner a ello. En el fondo, un animador social voluntario siempre es sospechoso para el sistema y un “emprendedor” ahora resulta que es un ejemplo a seguir. Como en una novela de Delibes, teníamos el paisaje (la enorme red de vías verdes y caminos naturales); teníamos la pasión (la bici) y sólo nos quedaba el personaje: nosotros dos. Una pequeña empresa de viajes tranquilos en bici por lo mejor de la España que tanto conocemos.
Unos cuantos amigos: Jesús, Ana, Sonia, Raúl y, sobre todo, Jorge y Aletta pusieron también dinero. Néstor se apuntó a cursos de gestión, yo diseñé la mejor web que había hecho nunca, metimos un pastón en publicidad en internet y muchas horas en vídeos y redes sociales. Incluso estuvimos en Fitur para que nos explicaran lo que buscan los cicloturistas europeos. Nos pegamos un curro del copón y montamos la empresa más maja y simpática que se conoce al occidente del Danubio. Sólo tiene un pequeño fallo: no vende nada. ¿Cuál es el problema? Pues no lo sabemos muy bien. Posiblemente que, quien busca estos viajes no nos encuentra; y que quien nos encuentra, no busca estos viajes…
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