jueves, 25 de abril de 2013

1975: Claveles en la cárcel


Ayer fue 25 de abril. 39 aniversario de la revolución de los claveles; nuestra revolución vecina, la que en España fuimos incapaces de hacer. Ocurrió en 1974, pero hoy quiero hablar de 1975, justo un año después.

Hacía poco que la policía franquista había entrado a saco en la antigua catedral de Madrid, San Isidro, en un acto que tensionó aún más las relaciones del régimen con el arzobispo Tarancón. En la catedral estaba reunida una asamblea permanente de estudiantes de la Universidad y decidieron disolverla. La que se lió fue parda. Muchos de los allí reunidos acabaron, primero en la DGS y luego en la cárcel. Una de ellas fue mi hermanita Reyes, que debía ser delegada de Medicina o algo así.

Le pusieron una multa de 200.000 pesetas y -si no pagaba- creo que un mes o dos de cárcel, en Yeserías, ahí al lado de la fábrica de “El Águila”. En casa me dijeron que no se lo contara a nadie. Listos iban, no iba a presumir yo de heroína familiar… Además, en la cárcel, les daba por hacer manualidades. Por ejemplo, unos bolsitos de lana que se colgaban del cuello como un collar hecho de punto. A mí, Reyes me hizo uno con una M de Miguel que llevaba yo colgando del cuello tan orgulloso. Más de uno dijo “M de maricón”. Tontos, era “M de móvil” 20 años antes de que éstos salieran…

El caso es que en la Complutense sacaron el dinero y, precisamente, un 25 de abril, tocaba visita en la cárcel. Allá que fuimos la familia y un montón de amigos. Íbamos a darle la noticia de que la sacábamos de la cárcel. En Yeserías había a veces una cierta permisividad y dejaban entrar a gente que no era de la familia. Era fácil, hablabas con las gitanas, que ninguna tenía carné, y entrabas en sus grupos. Luego, te cambiabas de fila y te ponías en la de los presos políticos.

A mí esto no me tocaba, yo era familia genuina, pero me parecía emocionantísimo. Sobre todo aquel día, en que éramos tantos, creo recordar a Juanito, Paloma, tal vez su hermano Juan Carlos… Y sobre todo, por la contraseña que nos repartieron para llevar en el bolsillo. Al salir las presas, todos los que estábamos a este lado del locutorio, sacábamos claveles rojos y nos los poníamos en las solapas. Y claro, a continuación le contábamos que esta tarde estaría en libertad.
A mí aquello se me quedó muy grabado. No había cumplido los 12 y me parecía que estaba ya en plena ola de lucha por la libertad. Al final, incluso me dejaron darle un beso a través de las rejas.

El resto del día lo pasamos mis padres y yo en un bar cerca de la esquina de la cárcel esperando que llegara el motorista. Las noticias de la tele comentaban las celebraciones del primer aniversario portugués. El de la moto con los papeles no sé si llegó. Mi hermana nunca había sido muy puntual, no tendría por qué serlo tampoco para salir de la cárcel.

En el aire quedaron dos canciones de aquellos días: Grandola Vila Morena y Abril 74, una de las canciones del “Itaca” de Llach. La verdad que no han cambiado las cosas mucho. Hoy mismo los grises, ahora de azul, han entrado en Somosaguas. Los mismos perros, las mismas perrerías, distintos collares.

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