lunes, 10 de junio de 2013

1995: Dineritos europeos para Coslada

Cuando volví de mi aventura mostoleña, fui al despacho de Huélamo, el alcalde de Coslada a ver qué podía hacer yo en este mi ayuntamiento. Mi plaza estaba en Juventud pero había otra persona ocupándola y, además, a mí me apetecía probar algo distinto. Por decirlo más claro, me había pasado dos años siendo director de Cultura y me apetecía serlo en Coslada, donde yo controlaba bien todos los recursos.
Huélamo me propuso dirigir el departamento de Mayores, que lo iban a desgajar de Servicios Sociales. Lo mismo lo hubiera hecho bien; pero aquello no me gustó nada. Me miraba al espejo y yo no me encontraba ni viejo ni capacitado para lidiar con viejos. Así que cuando volví al despacho le dije que no (respuesta que el no acostumbraba a oír, excepto de mí, que la oyó varias veces). Le propuse una cosa: estaban en su máximo esplendor los programas de subvenciones de la Unión Europea y había muchos a los que los municipios españoles no llegaban. Y mucho menos, Coslada. Se subió las gafas y me preguntó cuánto ganaba yo (como si él no lo supiera). “¿Y tú vas a conseguir el dinero que cuestas dedicándote a eso?”. Yo le dije que si no lo traía en un año, pues que ni me llamara, que me mandara con los abuelos o al cementerio si quería.

Yo cobraba unos tres millones y medio de pesetas anuales. Con mi flamante cargo de "Coordinador de Programas Europeos", el primer año conseguí cerca de 220 millones para mi ayuntamiento. Algunos -entre otros el alcalde- debieron de pensar que yo valía para eso. La verdad es que era un momento en el que informándote, encontrabas cosas a las que ningún ayuntamiento español había llegado. Yo además, contaba con contactos para hacer de interlocutores: gentes de las asociaciones de F.I.E.E.A., donde estaba Tiempos Libres. Y, además, hablaba bien un idioma que me daba acceso directo a tres estados muy involucrados en los programas europeos: Luxemburgo, Bélgica y Francia.
Además, con gente que yo conocía del partido (catalanes, sobre todo), fuimos creando un consorcio a imitación de uno que tenían los municipios de Iniciativa. Con “Red Local” conseguimos un “Adapt”, un programa de adaptación de trabajadores en activo que, yo creo, debimos ser de los pocos en el estado. El caso es que, para los 6 pueblos que éramos, nos cayeron  casi 250 millones anuales; para Coslada, 198 en dos años. Cuando el PP llegó al gobierno de Torrejón, se habían salido del consorcio; pero viendo la millonada, volvieron a solicitar el ingreso. No sé qué hicieron aquéllos para convencer a mi concejala de que repartiera el dinero. Pero yo, por ahí, no pasaba; mis millones no me los quitaban. Una mañana me llamó Huélamo para preguntarme por qué había que darle dinero a los torrejoneros y yo le expliqué con pelos y señales los contubernios de mi concejala. Justo cuando yo narraba lo más enjundioso, apareció ella por la puerta; posiblemente había escuchado todo. El bochinche en IU de Coslada fue gordo, pero el peor parado fui, claro está, yo. Seguí trayendo millones pero a las órdenes de una jefa que me hacía la vida imposible y, más de una mañana, llorar. En 1997 tuvieron que sacarme de allí, los programas europeos quedaban encauzados y habíamos conseguido abrirnos paso entre las candilejas europeas. Otros seguirían mi trabajo.

El propio Huélamo, por fin, me ofreció la dirección de Cultura. Duró la oferta una semana porque el ala zorrocotroca de IU dijo que nanai. Al final me mandaron a Participación pensando que aquello era un exilio dorado. Cuando vieron que también hacía cosas, llegó el balconcillo, pero esa ya es otra historia.
Hubo un tiempo en el que algunos partidos, para hacer las listas, buscaban a los mejores. Por eso avanzó Coslada y por eso, creo, crecí políticamente yo en este pueblo. Tanto que, cuando se acabó el contrato de la casa de Ópera, como no encontré nada mejor y asequible por el centro, me vine para acá. Desde entonces se ha degradado mucho la vida política (como en el resto del país). Pero, con sus carencias periféricas, Coslada y San Fernando siguen siendo lugares agradables donde vivir y dar la lata. Y aquí seguimos.

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