miércoles, 29 de mayo de 2013

1966: Una butaca, una cantimplora, un avión, una casa y un oso.

¿Cuáles son los primeros recuerdos? Los de verdad, no los inducidos. Nunca se sabe. Yo tengo dos que sé que son míos pero que cuando se contextualizar, aparecen en cosas que hicimos cuando yo tenía dos años. Tengo el disco duro grande, pero no creo que prematuro. 

Uno de los primeros es una parada del coche frente a los antiguos sindicatos de Villalba. Bajamos, creo recordar que muchos, a la escuela de mi madre. Iban a recoger algo, creo que una silla de madera plegable (que aún tengo por Ascaso). Yo recuerdo perfectamente que cogí mi butaquita de mimbre e hilos de plástico verde. ¿Cuándo fue? Podría ser en el viaje a Santiago, pero yo tenía dos años y dos meses. Eso sí, todo el mundo recuerda "la maldita butaca" en el coche aquel viaje, con lo que estorbaba; y nadie recuerda haberla metido. 
Ay otro recuerdo, también borroso, de una parada en ruta, tal vez camino de Zamora, para pedir agua. Era una casita blanca, tal vez de caminero, de la que salió una señora mayor vestida de negro. Yo le di mi cantimplora de plástico verde, aquella que dejaba en el agua un estupendo sabor a cantimplora de plástico verde que aún recuerdo cuando bebo de recipientes parecidos. 

En cambio, sí que me acuerdo clarísimamente de otras cosas y las ubico. Recuerdo un el día en que cumplí tres años. Estaba en la puerta de la casa de La Cañada (cuando cumplí cuatro, ya no vivíamos allí), en pijama, y llegó mi padre, me felicitó y me dio un regalo: era un avión de plástico, amarillo, creo que de dos alas, como el del barón rojo. Y venía envuelto en un plástico duro. 
Días más tarde, fuimos a ver la nueva casa, en el que entramos en septiembre (eso me han dicho). Me acuerdo perfectamente de la entrada (a pesar de ser nueva, la puerta del portal no se abría bien) y de que llovía, yo debí entrar antes porque la imagen es la de mis padres entrando bajo el paraguas. No sé cómo vestía mi padre. Mi madre llevaba un abrigo fino de cuadros marrones que más tarde tiñó para ir al entierro de mi tío Juan Manuel. 

De la mudanza a la casa nueva, el “bloque de los maestros” no me acuerdo. Pero sí de entrar en casa de la vecina de enfrente, doña Pura, a ver cómo sacaban unas tulipas rojas y verdes con las que montaron las lámparas de su salón y de su cuarto. Doña Pura vino con sus gatos: el Petete (negro como nuestro Tomás actual) y la Peteta (a retales de colores). Gatos, animales maravillosos que, desde aquel momento yo siempre quise tener y abrazar. 

La casa de los maestros estaba al final de una calle, junto al río. Años más tarde construyeron bloques enormes por todos los lados y la dejaron medio soterrada. Pero allí sigue aunque ya no acoja maestros. 

Al poco tiempo de estar allí vino a vernos la gemela de mi madre, la tía Victoria. Y me trajo su regalo de cumpleaños, un poco retrasado: un oso de peluche, amarillo (fue el año de los regalos amarillos), que le sonaba el rabo cuando lo apretabas, tenía unos ojos preciosos y era súperabrazable. Lo llamé Tom y dormí con el muchísimos años. 
He dicho tenía, pero está mal dicho. Tiene. El oso Tom sigue conmigo. Hecho unos zorritos, el pobre, que va a cumplir 47 años, pero aquí sigue y soy incapaz de tirar a la basura esa mirada. La verdad es que el rabo no suena desde que, al poco de regalármelo, mi hermana ya decidió que había que higienizarlo y lo bañó en una espuma seca que de seca no tenía nada. Perdió el sonido pero no el en tacto y la abrazabilidad. La de tristezas que me ha ayudado a superar ese peluchito. Tal vez, como dice Mar, adolescente nunca fui, pero sigo siendo un niño. 
Un niño y su oso Tom.

2 comentarios:

  1. Sí, el oso precioso y amoroso. Pero no lo higienicé enseguida, si no un montón de años después cuando ya ni tan siquiera se apreciaba su color. Era amarillo y debíamos reponerlo. La espuma decía "seca", pero añadir unas cucharaditas de agua!... el agua de Villalba, allí junto al río, no debía servir para eso: y así quedó Tom... Buena bronca me llevé y buen disgusto.. Y de ello (lamentablemente pasó esto con el osito) aprendí algo: eso de seco es un adjetivo que no debe acompañar a nada que limpie/lave. Lo siento, lo sentí desde el primer día, pero me alegra que siga "vivo" Tom

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  2. Jooo, no te enfades!!! Era simplemente un recuerdo. No tiene importancia, estaría igual de calvito con o sin espuma seca. Demasiado lo que ha durado...

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