lunes, 6 de mayo de 2013

1988: El año que conocí a la hija de Juan Oltra


A veces la vida cambia el curso de otras vidas o el relato de otras vivencias. Hoy toca cambiar. Hoy ha fallecido Juan Oltra. Uno de los tíos más cabezotas, irónicos y honestos que he conocido en estos 50 años. Y de paso, padre de mi amiga Mónica, para disgusto del señor Co(rrup)tino (no que yo sea amigo, sino de que Mónica tuviera padre y, encima, un buen padre).

Era enero del 88 cuando Mónica Oltra y yo nos conocimos. Fue, como cualquiera puede imaginar, discutiendo. Pero a lo bestia. Yo afónico, ella enfadada. Y, como siempre, a pesar de discutir, defendiendo exactamente lo mismo.

Desde entonces hemos discutido mucho, como dos buenos amigos. No sólo de política. De natillas y arroces, de carreteras y pistas. O de por dónde tiene que subir una escalera.

Y así fue como yo conocí a Juan Oltra. Decidiendo que la escalera que le había diseñado el arquitecto no servía para subir la paella con coherencia hasta el comedor. Pero, sin problema, ya se encargaba él de enmendarle la plana al arquitecto. O al ingeniero de la Ford. O al diseñador de los quitamiedos. Hay muchas cosas en este país que cuentan con el re-diseño de Juan.

No tuvo que emigrar por trabajo, que tenía. Emigró por amor. Con Angelita, para no ser condenados en la España franquista por adulterio. Este dato no lo sabía Co(rrup)tino cuando dentro de la más absoluta ilegalidad, expuso públicamente confidencias que sólo conocía en razón de su cargo. Esa misma noche hablamos por teléfono Mónica y yo y me acuerdo que le insistí en que se cogiera a Juan y a Angelita y se fuera a los periódicos a darlos a conocer.

Gracias a aquella torpeza, Juan pudo soltar por fin en una entrevista sus ideas sobre la transición, sobre Carrillo, sobre la izquierda y sobre la vida. Y no falló. Co(rrup)tino tuvo que pedir disculpas. Si algo era Juan, era un hombre de familia. La casa de Godelleta era siempre un hervidero de primos y amigos. Unas semanas más tarde, en un acto de apoyo organizado por Compromís (Tots som Mónica Oltra) yo intervine para hablar de las raíces aragonesas de Angelita. "Soy yo mucho menos burro que ella, lo que pasa es que no sé dar el brazo a torcer" me dijo Juan al acabar.

Irónico hasta la médula, se sentía bien con quien le seguía la corriente. Creo que los dos, él y yo, hacíamos migas en no dejar títere con cabeza. Sólo se enfadó conmigo una vez que intenté sacarlo a bailar. Pero era la boda de su hija y, como los dos estábamos piripis, luego nos reíamos.

Tenía un genio del copón. De tal palo, tal astilla. Y una vitalidad que le hacía no parar. La misma que lo ha llevado hoy por la mañana a arreglar la fatídica puerta delantera de la casa. Se nos ha ido un hombre honrado. Que ha dado a este país tres cosas de las que se necesitan: esfuerzo, tesón y coherencia.

La última vez que estuve con él fue, precisamente, en su pasado cumpleaños, en Godelleta. Comentando las cosas que hemos vivido en este tiempo. Sólo le ha quedado ver una que llegará pronto: a su hija como primera presidenta de la Generalitat Valenciana. Donde quiera que esté, ya se inventará algo para dar la lata.

Gracias Juan.

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