martes, 28 de mayo de 2013

1987: Jóvenes en Libertad y el Albergue “La Cierva”

La verdad que 1986 había sido un año trepidante. Y muy metafórico de aquella parte de mi vida: hacer miles de cosas y no rematar casi ninguna. Posiblemente esa es la clave de mi fracaso político: en este país triunfan los que no hacen casi nada pero rematan todo...

Volví de la mili y me reincorporé a mi trabajo de celador en el Piramidón (Ramón y Cajal). Y, en cuanto salía del trabajo, en bici por la Castellana, me iba a lo que me tocara de aquella alocada campaña del referéndum de la OTAN. Una vez que acabó (y perdimos) también se me acabó el contrato en el hospital. Josep Palau y Juan Guilló, a quien conocía de hacía años en las Juventudes, habían formado en el 85 (el año internacional de la juventud, que tantas subvenciones facilitó) un centro de estudios y documentación sobre juventud: "Jóvenes en Libertad".
Yo había colaborado con ellos en la edición de un librote que se titulaba “Informe sobre el Asociacionismo Juvenil en España”. Tenían registrada, además, la primera escuela de animación no oficial que había en la Comunidad de Madrid. Y un día les ofrecieron coordinar todos los cursos de formación de monitores y coordinadores de tiempo libre en Asturias. Juan me ofreció la dirección de aquello que -pomposamente- llamamos IFAJ (Instituto de Formación y Animación Juvenil). Lo de “Instituto” ya os podéis imaginar: un cuarto pequeñito pequeñito donde cabíamos mi mesa, los trastos que íbamos usando en los cursos y yo. Todo eso en aquel piso de la calle Peligros, en el que además estaban, Juan, Ángeles y María Fernanda.
Mi trabajo consistía en preparar la documentación de los cursos (hicimos unos dossieres interesantes a base de corta y pega en aquella época en que aún no había ni windows ni tan siquiera ordenadores); en buscar profes para las diferentes materias; incluido yo mismo en cosas tan diversas como infraestructuras de campamentos, antropología cultural o evaluación; y en coordinar los cursos. En Luarca (Asturias), a lo largo de 1987, debimos hacer tres o cuatro de monitores y uno de coordinadores, que fue el que más me costó: uno por lo resabiados que estaban los alumnos y otro porque me tocó darlo completamente afónico.

La relación entre Jóvenes en Libertad y la UJCE era extraña. Los de JeL eran la anterior dirección y miraban a los nuevos con recelo. Y yo, en medio, intentando que aquello siguiera teniendo su sentido de espacio formativo y su relación fluida. Hicimos un curso para gente de la JCM que vino muy bien y de cuyas conversaciones finales fueron surgiendo los mimbres –personales e ideológicos- que luego compondrían el cesto de Tiempos Libres.
Una de las cosas que yo pude aportar a “Jóvenes en Libertad” fueron mis entonces escasas relaciones. Pero había una fuerte: Santa Cruz del Valle. Por aquel entonces era alcalde (duró tres o cuatro legislaturas) Benito Cañadas, buen amigo de mi familia. Con algún dinero de alguna subvención, el ayuntamiento había rehabilitado la vieja casa forestal, en medio de un magnífico pinar en la Sierra de Gredos; y no tenía ni uso ni proyecto. Yo hice un proyecto que presenté a unos cursos de Educación Ambiental que estaba haciendo en la UNED. Y llegamos a un convenio de cesión. El adjudicatario era “Jóvenes en Libertad” pero había un compromiso de compartirlo con la UJCE. Así que el Albergue “La Cierva”, como lo bautizamos, pasó a ser la representación gráfica de mi corazón partío.

Fue mi primer albergue, mucho antes que Candás. Lo amueblamos con mesas, menaje y literas viejas que nos dio la Comunidad de Madrid, que estaba reformando el Albergue de la Casa de Campo. Tenía luz por energía solar, muy limitada en aquella época, por lo que la vida por la noche, aparte de con aquellas bombillas escuálidas, se hacía con linternas y camping-luces. Y agua de un pozo, que debíamos potabilizar cada mañana.
En "La Cierva" hicimos un curso intensivo fantástico al que se apuntaron 4 o 5 personas de toda la Península y 17 de Lanzarote, lo que significó el inicio de mi romance con la isla de los volcanes. Y un montón de reuniones de las Juventudes. Casi se puede decir que se convirtió en mi residencia de fin de semana durante todo 1987. Cuando en el 88 entré en la ejecutiva de la UJCE, tuve que dejar parte de mi trabajo de formación en el IFAJ (aunque seguí coordinando algún curso más).
Mi distanciamiento de la UJCE y el acercamiento de Benito a los sectores más zorrocotrocos del PCE, nos fueron distanciando. La Cierva pasó a otras manos. Y yo me fui distanciando de Santa Cruz y de Gredos. Fue por entonces cuando reapareció en mi vida Luis y, con él, otra cordillera, más alejada pero más alta: los Pirineos. Pero eso ya son otros montes y otras historias.


1 comentario:

  1. Yo estuve gestionando ese alergue por un corto periodo de tiempo en 2002/2003.

    ResponderEliminar