viernes, 17 de mayo de 2013

2011: Saca el bronceador, hay Sol para rato

El otro día estuve en Sol. Celebrando el 2º aniversario del 15-M. Con sus luces y con sus sombras, ha sido el último revulsivo importante de lo que -deberíamos considerar- ámbito de la izquierda o del progreso. Al hilo del aniversario, he visto comentarios en internet firmados por algunos amigos de buena fe y de buen hacer con los que he mantenido alguna polémica. Me había puesto a escribir algo, pero he descubierto que, en aquellos momentos, ya lo escribí en mi blog sobre Coslada. Así que lo repito, porque me gusta su (mi) frescura en aquellos momentos.
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No quería tocar el blog en estos días de campaña electoral. Pero una decisión de un juez (o grupo de jueces) de estos que se piensan que están por encima el bien y del mal, me obliga. Dice la junta electoral provincial que el ejercicio del derecho fundamental de manifestación (art. 21 de la Junta Electoral) puede influir en el voto de las personas. ¿Y para qué narices piensa el señor juez que es una campaña electoral? Para influir en el voto de las personas que, en el momento de presentarse ante la urna, como ya son mayorcitos, decidirán libremente. Si en la Puerta del Sol se grita que este sistema electoral no es bueno, la cúspide judicial del sistema se suma al grito demostrando que ni ella es ajena al desastre.

Aguirre (o sea, la derecha de siempre) cuenta que la gente de Sol es la izquierda de siempre. Chacón, después de 8 años de gobierno, descubre que las propuestas son realizables y posibles. Pero su manera de entender la política (las de ambas y sus partidos), sus imputados, sus parabienes a la banca y los mercados, su lejanía de los ciudadanos; están ahí.

Cuando yo tenía 18 años, cantábamos una canción de Labordeta que decía más o menos “también será posible, que esa hermosa mañana, ni tú ni yo ni el otro, la lleguemos a ver; pero habrá que forzarla para que pueda ser”. En Sol, estos días se grita que “ya ha empezado la revolución”. Una revolución simple y democrática que es muy fácil entender: que la economía esté a servicio de los ciudadanos y no al revés, que los políticos cumplan con sus promesas, que la ley electoral sirva para que nos sintamos bien representados y no excluidos, que la desigualdad social se reduzca y con los grandes beneficios empresariales se den menos bonos a ejecutivos y se creen más puestos de trabajo. ¿Es tan difícil entenderlo?

Quienes quieren evitar que esta sociedad (harta e indignada) se identifique con la gente de Sol, rápidamente colgaron el cartel de antisistema. Nunca he visto algo más integrado en el sistema: quince, veinte mil hijos formados en nuestras mejores universidades, pidiendo dignidad en el centro de la plaza; y sus padres por fuera, llevándoles bocadillos, nerviosos por lo que suceda, pero orgullosos de que el más pequeño/la más pequeña de la familia esté ahí dentro pidiendo simplemente que esta democracia funcione mejor. La pancarta más aplaudida ayer decía: “No somos antisistema, el sistema es anti-nosotros. Ya no saben qué inventar para prohibirnos”.

Así que he decidido volver a la campaña, como dice la junta electoral. Para influir en el voto de la gente. Para influir en el futuro de este país. Y hoy, el futuro de este país está en la Puerta del Sol. 

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¿Ha crecido el 15M? ¿ha madurado? ¿ha menguado la participación? No son preguntas consistentes ni fundamentales. La importante es "¿Ha cambiado de actitud la derrotada izquierda española?

Como bien dice el programa (software) del gran ideólogo de nuestra época "El sistema ha fallado. Reinicia"

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