domingo, 26 de mayo de 2013

1986: La huelga de hambre

En noviembre de 1986, cuando el gobierno sociata empezaba a regular el aborto legal, necesitaba un golpe de imagen que le lavara la cara ante la jerarquía católica. Así que mandó a la policía a precintar la clínica Dator, la que fuera meses más tarde, primera clínica reconocida para practicar la interrupción del embarazo. Pero previamente, detuvieron a todos los trabajadores y se llevaron las historias clínicas.

Hubo concentraciones ante los juzgados, manifestaciones y muchas declaraciones por parte de mucha gente. Pero se notaba que la izquierda estaba tocada tras la derrota del referéndum. En una concentración ante los juzgados de plaza de Castilla, nadie sabía si quedarse o irse y se me ocurrió una idea para darle trascendencia a aquello: declararnos en huelga de hambre. Estábamos 10 o 12 de las juventudes y redacté allí mismo un manifiesto. El problema es que no teníamos chica joven que lo leyera. Así que recurrimos a mi hermana, que siempre aparentó 10 años menos. Salimos en la portada de El País del siguiente domingo. Espero no tener que volver a hacer otra similar por las mismas causas, señor Gallardón.
La huelga de hambre la hicimos en el local de la calle Campomanes, al lado de la casa de Ópera. Por allí estábamos los de la JCM: Bruno, Javi, yo y más gente y gente de la UJCE como Jesús Montero y su compañera de aquellos años. Nos daban un suero realmente asqueroso y venía a vernos mucha gente.

Colgamos una pancarta enorme desde la cornisa del edificio (estábamos en la 5ª planta) sujeta con cuerdas y, para hacer de pesos, tacos de libros. Una noche, hizo tanto viento que empezaron a caer libros a la calle y vinieron los bomberos. Abrí yo y les expliqué lo que pasaba; el bombero no parecía darme mucho crédito. Hasta que apareció Jesús en calzoncillos (él, que ya era escuálido de natural) y entonces, aquel hombre, fue consciente de lo que era una huelga de hambre.
Entre medias de la huelga se nos murió Pili la melliza, que llevaba ya muchos meses en la UCI, tras un accidente de coche. Me llevaron al entierro y lo pasé muy mal. Lo mismo se pensaron que el desmayo era de la emoción. Jodido estaba, pero es que llevaba cuatro o cinco días sin comer.

La huelga era un éxito mediático, pero claro, no íbamos a estar allí toda la vida. Así que se nos iban ocurriendo cosas para seguir llamando la atención. Algunos grupos feministas decidieron llamar a autoinculparse en juzgados. Nosotros decidimos, que esa era otra buena manera de continuar con el jaleo . Nos fuimos al menos 50 miembros de las Juventudes Comunistas a declarar que habíamos abortado ante el juzgado de guardia, que aquella tarde lo ocupaba uno muy conocido,: el juez Lerga. Claro, rechazó las autoinculpaciones masculinas por considerarlas un intento de mofa de la Justicia. Menos mal que no nos abrió un proceso.
Pero las cosas iban bien y el PSOE empezaba a perder por fin una batalla. Los dos sindicatos grandes convocaron una manifestación potente para pedir la libertad de los detenidos y aprovechamos para declarar que, ya que habíamos conseguido poner el tema en el centro del debate, volvíamos a comer para podernos sumar a la manifestación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario